Del 11 de octubre 2024 a febrero 2025
Galería Hermenegildo Bustos
Francisco Toledo
Dos de los impresores del artista Francisco Toledo, dialogan en torno al proceso creativo del grabador oaxaqueño. El Taller Sangfer fue el espacio donde el fundador del IAGO, trabajó durante los últimos veinte años de vida.
Fernando Sandoval: Los papeles que podemos ver en la exposición se llaman prueba de estado, y consiste en sacar una prueba, para ver “cómo va” el grabado, para ver “en qué capítulo vamos”, el primer capítulo es siempre la primera estampa de lo que está sucediendo y después de eso que más le iba a poner o si ya estaba lista. Les puedo decir que en los años que estuvo trabajando aquí Toledo, hubo solo dos o tres grabados que a la primera quedaron, porque no necesitaban más, entonces ahí sí nos quedamos sin pruebas de estado. Creo que fueron unas puntas secas o un azúcar. Pero siempre trabajar con Toledo era hacerlo con varias placas a la vez, ya sea en blanco y negro o en color, y sacando muchas, muchas pruebas de estado.
Había ocasiones que la placa se guardaba y pasaba el tiempo y regresaba porque la pedía y era cuando comenzábamos otra vez el proceso, trabajando siempre él, y nosotros ayudando como técnicos.
Nosotros apoyando, ya sea en el ácido o a veces compartiendo algún consejo sobre la impresión. En el grabado hay dos técnicas que es el momento de la impresión y la del proceso de la placa, entonces Jesús es el impresor del taller, él se llevó mucho tiempo con el maestro Toledo sacando copias de estado y creo que él nos podría hablar más.
Jesús Sánchez: Cuando trabajamos con Toledo y nos pedía pruebas, a veces nos decía “¿qué colores me aconseja?” o “a ese color póngale otro poco de este otro”, lo hacía para cambiarlo, para calentarlo, para hacerlo más firme, “póngale más color tierra”. Cuando trabajamos muchos autorretratos en madera con tinta metida y encima el entintado con rodillo, era estar buscando colores hasta que el maestro comenzaba a decir, “está muy claro”, “ahora está muy oscuro”, “póngale un poquito de esto” era estar buscando y revisando la presión del papel, que estuviera bien húmedo, secar la tinta, que no estuviera muy espesa, luego que no estuviera muy líquida. En época de calor la tinta se vuelve muy líquida o el papel se seca muy rápido, todo depende de cuántos colores se ocupen y había que hacerlo (un poco) más rápido. Igual, al momento de estar con los ácidos y el maestro nos decía “quiero hacer esto” ir buscando cómo conseguirlo, por lo regular él trabajaba con tres diferentes tiempos en el ácido, siempre ocupaba un tono suave, un tono medio y un tono oscuro. A veces le gustaba que la línea, cuando era una sola placa, fuera por ejemplo negra o sepia, a veces que fuera salina, depende de lo que estaba buscando, por ejemplo, en las Fábulas de Esopo se hicieron diferentes colores, no todos negros, se hicieron sanguinas, los tiempos en el ácido daba un tono muy fuerte. También, en la carpeta de Franz Kafka, las placas fueron comidas muy muy fuertes y creo que algunos de esos quedaron en una sola intención, creo que eran las azúcar que decía Fernando.
Fernando Sandoval: Puedo decir que me enorgullezco del grabado, que desde la primera estampa es muy bonito, porque la sorpresa que te da es muy agradable. Deberían ser desde la primera copia hasta la última, originales, ser parte del grabado. Un día el maestro Toledo me dijo, “váyase juntando ahí esas piececitas porque es mucho papel lo que hemos gastado y vamos a ver qué nos gusta y qué no nos gusta” y así fue como comenzó a firmar las pruebas de estado, hay algunas que en realidad ni siquiera se hizo un tiraje final, y decía “mira, esto ya estaba; qué estaba pasando en mi cabeza, por qué no le seguimos”, y a veces cómo era de chistoso, decía, “usted por qué no me dijo”, porque siempre echaba la culpa, en una especie de chascarrillo. Me parece muy importante presentar sus pruebas, porque en ellas hay mucho de su proceso, son pruebas únicas. El maestro con nosotros era amable y en mi caso, aprendí de él, porque tenía una habilidad para el grabado, era muy, muy ágil, para borrar, para dibujar, agarraba las placas como si fueran hojas y la punta de acero como si fuera un lápiz. Era muy hábil y era un virtuoso, la verdad, un virtuoso. Hay una serie que ahora me acordé, donde está una calavera brincando la cuerda y primero hizo un sapo, ya después lo borró e hizo una tortuga, pero con una agilidad, aprovechaba la misma placa para dar diferentes contextos a ella, cosa que no cualquier persona lo hace. Con el paso del tiempo, hubo una amistad, a veces yo hasta no hacía nada, nada más me ponía enfrente de él, para que él me platicara cosas, mientras estaba trabajando. Una cosa que quisiera decir es que me da mucho gusto que el IAGO muestre esta obra, porque es muy importante para que se den cuenta de la importancia...
Comentarios
Publicar un comentario