20 de febrero 2022 | 17:30 y 20:00 h | Teatro Principal
Cupo limitado | Uso obligatorio de cubrebocas
Taquilla: general, $30.00; comunidad universitaria e INAPAM, $20.00
Bono 7 películas: General, $150.00; Comunidad universitaria e INAPAM, $100.00
Toda sociedad que aplica la pena de muerte necesita personas para matar a otras personas. En este caso, cuatro seres que se enfrentan a una decisión impensable pero sencilla. Cualquier elección que tomen les afectará a sí mismos, a sus relaciones y a toda su vida. En cuatro episodios con la pena de muerte como hilo conductor, el cineasta iraní Mohammad Rasoulof narra sus relatos, que también son las historias de quienes les rodean. Filmada en secreto por una prohibición del gobierno de su país que le impide trabajar y viajar al extranjero, Rasoulof crea una poderosa reflexión sobre la moral y la libertad en un régimen despótico a partir de escenas con gran fuerza visual y pocos diálogos.
2020 Oso de Oro a Mejor Película, Premio del Jurado Ecuménico de la sección competitiva y Premio Guild Film de la Asociación Alemana de Casas del Arte Cinematográfico. Festival Internacional de Cine de Berlín. Alemania. | Premio del Público a Mejor Película de Ficción Internacional. Muestra Internacional de Cine de São Paulo. Brasil. | Mención Especial del Jurado y Premio Blogos de Oro. Semana Internacional de Cine de Valladolid. España. | Premio al Mejor Largometraje de Ficción. Festival de Cine de Montclair. Estados Unidos. | Selección Oficial de la sección World Focus. Festival Internacional de Cine de Tokio. Japón.
La maldad no existe presenta cuatro historias cuyo nexo es la pena de muerte. ¿Serías capaz de matar, de acabar con la vida de una persona que no conoces de nada sólo porque así lo establece la ley de tu país? Esa es la cuestión que plantea la película, cuyo gran primer episodio sirve como magnífico prólogo de lo que vendrá después. Los cuatro relatos liderados por diversos personajes (aunque cobran protagonismo aquellos que son verdugos por obligación) tienen tensión e intriga sin dejar el tema principal. El director dosifica la información en cada episodio provocando angustia y asfixia, acrecentadas con el uso de planos muy cerrados que impiden conocer los escenarios y prolongados planos secuencia que sostienen el nervio y la inquietud en escenas claves. Rasoulof confía en el poder de la imagen y la narración para crear secuencias de gran fuerza visual que logran transmitir mucho con apenas diálogos.
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