ESPACIOS DE ARTE, FEBRERO, TRÁNSITO - HUMBERTO RÍOS

TRÁNSITO - HUMBERTO RÍOS
Galería El atrio
Del 12 de febrero al 11 de marzo 2020 | Entrada libre
Inauguración miércoles 12 de febrero 2020



De pronto, la soledad. Han  pasado ya por esos espacios personas, lágrimas, dolor y memoria. De abandonos mutuos, forzados, irremediables. Y por ahí quedarán los vestigios de  los objetos, no tanto inanimados –aunque siempre en su quietud- porque han sido habitados/usados por una intensidad de emociones. Son los resquicios y vestigios de las funerarias en este país. Y no es ese un hábitat vacío, por el contrario ya desde ahí, desde ese aparente vacío, se sospechan las intensidades ahí dadas.

Humberto Ríos ha hecho un metódico registro de ese ritual de paso que se da en México. Sitios de encuentros fugaces. De transitoriedad, sí, porque nadie ha permanecido en esos ámbitos salvo por un breve lapso. Espacios en donde sólo han permanecido las huellas. Residuos de un acto ceremonial multiforme y multiespiritual. Pero a diferencia de otros autores contemporáneos en donde lo explícito se deja asomar o bien no queda duda del entorno social que hoy, en este inicio de siglo, se vive en México, nuestro artista  ha acudido mejor a lo sutil y lo sugerente. Muy cerca de lo intangible, en la apariencia y en la presencia. Sus imágenes se vuelven así una construcción de sensaciones. Una búsqueda de las huellas de quiénes fuimos (una celebridad: la mullida alfombra roja que permaneció en el funeral del escritor Carlos Fuentes en la obra Palacio de Bellas Artes, México; o bien de quienes permanecieron en el acto deambulando por ahí. 

Tránsito es así una obra en donde una luminosidad lo permea todo, una luz que se filtra bañando lo objetos. Una tersura lumínica, cuidadosamente equilibrada, que suele determinar a la imagen y que no es más que la presencia de lo apacible. Eso también lo da la elegancia de líneas. Y las lámparas intimistas, de apenas unos cuantos trazos de luz. En conjunto con esas zonas cromáticas de la imagen que son ocres, blancas, rojas, como el mismo cuadro pictórico. Al lado siempre de la sombra, material/ inmaterial. Lo sombrío que permanece, pese a todo. Testimonios de tiempos y de los rituales que han coincidido por ahí, en esos rincones. Con todo, aquí lo irremediable se ha convertido en luminosidad. Y algo ha permanecido: la presencia, siempre, de quien ha habitado esos espacios. Y lo sabe Humberto Ríos: “Si tuviera que describir mi fotografía –escribe sobre su propia obra-, diría que parte del silencio y de lo inmaterial como ritual para explorar la condición humana y su fugacidad”. Él, ahora, en su obra, ha convocado todos los rastros de nuestras angustias.

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