CINE CLUB, MAYO, 64 MUESTRA INTERNACIONAL DE CINE, STALKER

STALKER
18 DE MAYO | 17:00 y 20:00 hrs. | Auditorio Euquerio Guerrero  

Taquilla: general, $30.00; comunidad universitaria e INAPAM, $20.00

Bono 7 películas: general, $150.00; comunidad universitaria e INAPAM, $100.00
Programación sujeta a cambios sin previo aviso




Unión Soviética, 1979, 163 min. 
D:  Andréi Tarkovski. G: Andréi Tarkovski [sin crédito], Arkadi y Borís Strugatski, basados en su propia novela Picnic extraterrestre. F en B/N y C: Aleksándr Kniazhinski. M: Eduard Artémiev. E: Liudmila Fieiguínova. Con: Aleksándr Kaidanovski (Stalker), Anatoli Solonitsyn (Escritor), Nikolái Grinkó (Profesor), Alisa Freindlich (esposa de Stalker), Natasha Abramova (Monita, la hija de Stalker). CP: Mosfilm. Prod: Aleksandra Demídova. Dist: FDR

El último largometraje que el cineasta soviético Andréi Tarkovski pudo filmar en su país natal antes de su exilio, es un viaje lleno de misterio a través de un paisaje postapocalíptico. Stalker es un guía contratado para llevar a un escritor y un profesor a la Zona, un espacio restringido y enigmático que sufrió tiempo atrás la caída de un meteorito. Ahí, los tres hombres intentarán llegar a una habitación donde se cumplen los deseos más profundos. Segunda incursión de Tarkovski en la ciencia ficción, la película es una meditación sobre la crisis espiritual de un mundo que ha perdido la fe y la esperanza, a partir de una puesta en escena de trágica belleza visual y una fuerza sonora apabullante.

Premios y festivales
1980 Premio del Jurado Ecuménico. Festival de Cannes. Francia. | Premio Luchino Visconti de los Premios David de Donatello. Academia del Cine Italiano.
1981 Selección Oficial de la sección Forum. Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale). República Federal de Alemania. 
1983 Premio del Público. Festival Internacional de Cine Fantástico de Oporto (Fantasporto). Portugal.

Andréi Tarkovski
Zavrazhie, Yúrievets, Unión Soviética, 1932 – París, Francia, 1986
Heredero de la tradición lírica y patriótica del cine soviético, desarrolló su estilo dentro de una línea metafísico-existencial alejada de las convenciones cinematográficas. Su cine deja ver la sensibilidad mística de un poeta de la imagen, preocupado por la condición humana y la creación artística. 

Crítica
Stalker es el paso obligado que faltaba de ver en la obra del director soviético [Andréi Tarkovski]. Los cuestionamientos y las propuestas se van hilvanando de película en película, en una obra, hoy por desgracia concluida. La infancia de Iván (1962), lleva plácidamente a Andréi Rublev (1967), y ésta nos lleva a los abismos de Solaris (1972), después de esa complejidad filosófica en la ciencia ficción, llegan los cuestionamientos al infinito de las imágenes de El espejo (1974), y después de ellos está Stalker. 
Stalker es una cinta de trágica belleza. Verla es un disfrute visual; oírla es un agasajo para los oídos. Pero, todo se paga, y el goce del humano, se paga en grandes cantidades. 
Stalker es, en una visión muy particular, un desolador callejón sin salida, un no va más en el cuestionamiento acerca del arte, del artista y del espectador frente a la obra de arte. Los puntos a tomar en cuenta para llegar a esto son: el arte, la sociedad y lo sagrado. El personaje de Stalker es el artista plenamente entregado a su vocación, la cual busca no romper con dos sentimientos: el sentirse parte de una sociedad y la capacidad de creer en algo sagrado. Es querer crear una obra y que ésta sea capaz de enriquecer a los seres humanos (sin que ello tenga nada que ver con cosas económicas y/o glorificaciones estatales o de partido); sin que esos dos elementos destruyan la capacidad-necesidad de creer que existe algo sagrado. 
Rublev viaja por un paisaje salvaje y lleno de peligros físicos, donde los únicos logros son la creación artesanal. El científico de Solaris viaja al exterior para descubrir el gran paradigma de su vida: «amo lo que se puede perder». En El espejo el viaje es hacia los orígenes, hacia las circunstancias que lo formaron. Stalker es un viaje hacia la capacidad creativa del hombre, un itinerario sobre la relación del artista con los demás seres humanos; un viaje a los sentimientos y la capacidad de raciocinio del ser humano. Es un trágico viaje entre el individuo, la sociedad, la fe y el arte. Siempre juntos, siempre diferentes. 

Fragmentos de un texto de E. Román
El Nacional
Ciudad de México, 21 de junio de 1987



Comentarios