CINE CLUB, 63 MUESTRA INTERNACIONAL DE CINE, ZAMA

ZAMA 
19 de enero 2018 | 17:00, 19:00 y 21:00 hrs.
Auditorio Euquerio Guerrero | General, $30.00; comunidad universitaria e INAPAM, $20.00

Lucrecia Martel | Argentina-Brasil-España-Francia-México-Estados Unidos-Países Bajos-Portugal | 2017 | 115 min
D y G: Lucrecia Martel, basada en la novela homónima de Antonio di Benedetto. F en C: Rui Poças. E: Miguel Schverdfinger y Karen Harley. Con: Daniel Giménez Cacho (Diego de Zama), Lola Dueñas (Luciana Piñares de Luenga), Matheus Nachtergaele (Vicuña Porto), Juan Minujín (Ventura Prieto), Rafael Spregelburd (capitán Hipólito Parrilla), Daniel Veronese (gobernador). CP: Rei Cine, Bananeira Filmes. Prod: Benjamín Domenech, Santiago Gallelli, Matías Roveda y Vania Catani. Dist: Canana. 

Paraguay, 1790. Diego de Zama es un funcionario de la Corona española a la espera de una carta del Rey que lo aleje del puesto de frontera en el que se encuentra estancado. Con el paso del tiempo, el escrito nunca llega. Tras perder todo en la espera, Zama decide sumarse a una partida de soldados en busca de un peligroso bandido. Con la actuación de Daniel Giménez Cacho, el más reciente largometraje de Lucrecia Martel resulta un drama existencialista con tintes de western sobre el paso del tiempo, cuyo relato explora temas como el colonialismo y la raza evitando caer en maniqueísmos. 

Premios y festivales
2017 Premio a la Mejor Película. Festival de Cine Latin Beat en Tokio. Japón. | Proyección fuera de competencia. Muestra Internacional del Arte Cinematográfico de Venecia. Italia. | Selección oficial de la sección Masters. Festival Internacional de Cine de Toronto. Canadá. | Selección oficial de la sección Main Slate. Festival Internacional de Cine de Nueva York. Estados Unidos. 

Lucrecia Martel
Salta, Argentina, 1966
Se formó en la Escuela de Cine de Avellaneda y el ENERC. Dirigió varios cortometrajes desde 1988 a 1995, entre los que destaca Rey Muerto. Con su primer largometraje, La ciénaga, le concedieron varios premios en festivales como Sundance, Toulouse y La Habana.

Crítica
Como en La mujer sin cabeza [2008], más que en sus películas anteriores, Lucrecia Martel en Zama se sumerge en lo sensorial y lo metafísico antes que en la narración convencional. No es una película de estructura lineal ni ortodoxa. Es una invitación a los sentidos, una película que inunda, desborda en más de una acepción. La directora no traslada la novela homónima de Antonio Di Benedetto, ni la adapta, sino que la (re)interpreta a su gusto.

La, llamémosla de alguna manera, anécdota se centra en Don Diego de Zama, un asesor letrado, que cumple meras labores administrativas en el Gran Chaco, a fines del siglo XVIII. Está a la espera de que el gobernador le envíe una carta al rey de España para que su traslado a una zona menos inhóspita, se concrete. Está lejos de su mujer y de sus hijos. Todo está lejos. Pero sigue en espera. En eterna espera. Zama empieza, no a desesperar, pero sí a inquietarse.

Ese verbo, inquietar, es uno de los que mejor le cabe a la cuarta película de la salteña Lucrecia Martel. Hay temas abordados en el original y en la pantalla: el aparente sinsentido de la esperanza; el colonialismo; el racismo; la prisión interna de cada ser humano. Hay un anacronismo desde la banda sonora elegida por Martel, que se yuxtapone a todo. A referencias y tiempos históricos, y a animales que, más que parecer en un ensueño, son personajes que interactúan con los humanos.

¿Es Martel nihilista en Zama? Sí, en el sentido de la ausencia de algo permanente. Zama le pregunta a varios personajes por quiénes son, cuando en verdad debería demandarse ese interrogante a sí mismo. Es un tipo del que muchos se ríen, por más que estén muy por debajo en la escala del poder, y que está, más que perdido, abrumado.

Cinematográficamente, Martel utiliza todos los elementos que obtiene del set. La profundidad de campo del lente, el espacio off, tanto sea sonoro o de la imagen, lo que se escucha y no se sabe de dónde proviene, como lo que no se ve, pero se siente que está presente. Martel obliga al espectador a estar con todos los sentidos atentos.

Fragmentos de un texto de Pablo O. Sholz
Clarín
Buenos Aires, 27 de septiembre de 2017



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