ESPACIOS DE ARTE, JUNIO, MÉXICO 1988

México 1988
Hermenegildo Bustos
Del 16 de junio al  07 de julio de 2017
Inauguración: 16 de junio a las 18:00 hrs.

Horarios: 10:00 a 14:30 y 15:00 a 18:00 hrs.

México 1988 
Yoshio Inoue
Deseaba ver con mis propios ojos las intensas luces y sombras, plasmadas en las obras originales de David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera; esa fue una razón suficiente para dirigirme a México en 1988, una época sin Internet ni teléfonos celulares. 
Fue una experiencia que cambió definitivamente mi perspectiva de vida. Metí en mi mochila una cámara y 50 rollos de película blanco y negro, me puse el equipaje en los hombros y emprendí mi viaje. Uno a uno, fui capturando meticulosamente los paisajes que se extendían ante mi vista. En lugar de concentrarme en los colores brillantes, me ocupé deliberadamente y con determinación a atrapar únicamente la luz, centrándome en capturar los contrastes.
-Guanajuato es una ciudad maravillosa y ahí vive mi tía. Estamos en contacto-  me dijo el Sr. Kato, a quien conocí por casualidad en el zócalo de Oaxaca durante mi viaje. 
Emprendí el largo camino de varias horas y un transbordo; al llegar a Guanajuato, el paisaje hizo que se me cortara la respiración. La Sra. Midori Kato (la tía del Sr. Kato) me vino a buscar a la terminal de autobuses y me fui detrás de ella caminando por las calles. En ese entonces la ciudad no había sido pintada con tantos tonos multicolores como los que tiene en la actualidad, pero me quedé completamente fascinado con las paredes de piedra de sus antiguas construcciones y sus estrechos callejones, empedrados y tortuosos, como si estuviera en medio de un laberinto. Tomando de la mano a Pepe el segundo hijo de la Sra. Midori, que en ese entonces tenía cinco años, saqué un montón de fotografías mientras paseaba por los callejones. Ni en sueños podría haber imaginado que 29 años después iba a exponer en Guanajuato las fotografías que tomé en ese momento. Si en aquel entonces no hubiera conocido en Oaxaca al Sr. Kato y no me hubiera recibido con tanta amabilidad la Sra. Midori, pienso que jamás habría podido conocer tan profundamente Guanajuato. Permítanme expresar mi más sincero agradecimiento a la Sra. Midori, y a su difunto esposo, el Sr. Pacheco. 
El año pasado me quedé impresionado con la sensación de movimiento al mirar las reimpresiones sacadas de los negativos que tomé en México y que conservo desde hace 27 años. A diferencia de las fotografías digitales, que se pueden tomar y borrar innumerables veces, con las fotos analógicas no se puede saber el resultado hasta que se han revelado y es necesario tener mucho cuidado, ya que si algo falla al tomarla, el disparo ya no se puede repetir. Por esa razón, continúo sintiendo un enorme apego por esas profundas imágenes que fueron plasmadas, por las partículas de plata de las que están formadas las fotografías analógicas. Al tener en mis manos estas reimpresiones me he percatado que entre ellas tomé numerosos retratos. Fotos de rostros llenos de gracia y miradas que tienen un propósito y que en ese momento pasé por alto. Se percibe la intensa alegría del vivir de los mexicanos que capté en las fotografías. La posibilidad de transmitir en un instante una mirada de sentimientos y circunstancias, y que confirma que una imagen vale más que mil palabras y que lo importante no es tan solo capturar la información de las imágenes, sino en pensar mientras se les mira con atención, procurando no atragantarse con los datos, sino mantener un profundo respeto por otras culturas.
En ese entonces casi no podía hablar español. Me da la impresión de que tal vez me daba a entender con la gente a través del contacto visual. Hoy, tras el paso de varias décadas, he vuelto a sentir alegría por la manera, en que un gran número de personas recibieron con tanta gentileza y naturalidad a un extranjero como yo. Eso fue lo que aprendí en México en la década de 1980, a mis veintitantos años. Nada me haría más feliz que ver que todos ustedes ven cada una de las historias que cuentan estas fotografías y comparten conmigo las sensaciones que experimenté hace un cuarto de siglo. 
Por último, me gustaría agradecer profundamente a todos los miembros de la Universidad de Guanajuato por haberme proporcionado la oportunidad de presentar estas fotografías en el mejor lugar para hacerlo. 
Yoshio Inoue

Comentarios