Galería Jesús Gallardo
Del 2 al 23 de octubre, 2016.
Exposición Bibliográfica e Iconográfica de las obras de Cervantes
Acervo de la Biblioteca Armando Olivares de la Universidad de Guanajuato
Curaduría: Pamela D’Liz Rocha Sánchez
Cuando un escritor se propone llevarnos a un mundo imaginario y lo consigue con magnificencia, tal como Cervantes lo hizo en su obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, logra permanecer en la memoria cultural y colectiva. Es comprensible que, a más de 400 años de su creación, el Quijote sea un texto vigente, pues convierte la figura del justiciero caballero en una efigie moderna de los ideales que representan las virtudes del ser humano, preceptos de la vida cotidiana, y al libro que los contiene en objeto de deseo, engrandeciendo a través de su iconografía la colección de imágenes que configuran gran parte de nuestra cultura visual.
La locura inmersa en esta obra se relata en las aventuras de un lector acérrimo a historias de caballería que decide asimilarse como un personaje igual a los que lee (“llenósele la fantasía de todo aquello que leía”), lo que provoca que su juicio se vea nublado sin que lo exima de actuar conforme a sus valores; por el contrario, estos son exaltados y guiados, primero por la fe que en sí mismo profesa y por aquella que otros depositan en su persona, y luego por el amor que él deposita en su idealizada Dulcinea, convirtiéndose en figura justiciera que vive su propia realidad dentro de otra realidad, recobrando al final de su vida la cordura, para dejar de ser don Quijote y volver a ser don Quijano.
Es así que en esta exposición bibliográfica e iconográfica se hace presente una selección de ocho ejemplares de la obra que se encuentra en la Biblioteca Armando Olivares para su consulta in situ, dispuestos en cinco diferentes publicaciones que datan del siglo XIX, entre las que se encuentra la edición de Ignacio Cumplido, impresa en México en 1842 con ilustraciones litográficas originales. Asimismo, la muestra se acompaña de una recopilación de imágenes incluidas en la pieza literaria en que trabajaron personalidades importantes del mundo de la gráfica. Así, separándolas de su soporte original, donde su función es un recurso de acompañamiento para el libro, se vuelven piezas de arte autónomas, en las que la obra literaria es reformada a través de diversos estilos gráficos donde cada dibujante imprime un sello característico (con un dejo de la locura que la obra misma plantea por medio del texto escrito), donde el trazo firme del crayón, la incisión de la punta metálica o el uso del buril otorgan carácter a cada imagen y transforman esta galería en un lugar donde la tinta y papel le dan vida, a través de la palabra y la estampa, al imaginario del genio que fue y seguirá siendo Miguel de Cervantes Saavedra.
Cuando un escritor se propone llevarnos a un mundo imaginario y lo consigue con magnificencia, tal como Cervantes lo hizo en su obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, logra permanecer en la memoria cultural y colectiva. Es comprensible que, a más de 400 años de su creación, el Quijote sea un texto vigente, pues convierte la figura del justiciero caballero en una efigie moderna de los ideales que representan las virtudes del ser humano, preceptos de la vida cotidiana, y al libro que los contiene en objeto de deseo, engrandeciendo a través de su iconografía la colección de imágenes que configuran gran parte de nuestra cultura visual.
La locura inmersa en esta obra se relata en las aventuras de un lector acérrimo a historias de caballería que decide asimilarse como un personaje igual a los que lee (“llenósele la fantasía de todo aquello que leía”), lo que provoca que su juicio se vea nublado sin que lo exima de actuar conforme a sus valores; por el contrario, estos son exaltados y guiados, primero por la fe que en sí mismo profesa y por aquella que otros depositan en su persona, y luego por el amor que él deposita en su idealizada Dulcinea, convirtiéndose en figura justiciera que vive su propia realidad dentro de otra realidad, recobrando al final de su vida la cordura, para dejar de ser don Quijote y volver a ser don Quijano.
Es así que en esta exposición bibliográfica e iconográfica se hace presente una selección de ocho ejemplares de la obra que se encuentra en la Biblioteca Armando Olivares para su consulta in situ, dispuestos en cinco diferentes publicaciones que datan del siglo XIX, entre las que se encuentra la edición de Ignacio Cumplido, impresa en México en 1842 con ilustraciones litográficas originales. Asimismo, la muestra se acompaña de una recopilación de imágenes incluidas en la pieza literaria en que trabajaron personalidades importantes del mundo de la gráfica. Así, separándolas de su soporte original, donde su función es un recurso de acompañamiento para el libro, se vuelven piezas de arte autónomas, en las que la obra literaria es reformada a través de diversos estilos gráficos donde cada dibujante imprime un sello característico (con un dejo de la locura que la obra misma plantea por medio del texto escrito), donde el trazo firme del crayón, la incisión de la punta metálica o el uso del buril otorgan carácter a cada imagen y transforman esta galería en un lugar donde la tinta y papel le dan vida, a través de la palabra y la estampa, al imaginario del genio que fue y seguirá siendo Miguel de Cervantes Saavedra.
Comentarios
Publicar un comentario