ESPACIOS DE ARTE, AGOSTO, EL LIBRO DE LAS SINGULARIDADES

El libro de las singularidades
Del 16 de agosto al 15 de septiembre, 2016
Galería Hermenegildo Bustos
Fotografía de Gustavo López
Curaduría de Areli Vargas Colmenero



Gustavo López: El libro de las singularidades (exposición)
Entrevista de Jorge Olmos Fuentes con Gustavo López
A partir del 18 de agosto, la galería Hermenegildo Bustos acogerá la exposición de Gustavo López titulada El libro de las singularidades, última de un ciclo iniciado varias décadas atrás caracterizado por la osadía exploratoria. En esta ocasión, el fotógrafo incansable de su ciudad, Guanajuato, ofrece un conjunto de imágenes íntimas, cargadas de significación, por lo tanto especiales, que ha vertido a la modalidad de la fotografía instantánea, en un alarde de cruces disciplinarios, emotivos y estéticos. A propósito de esta exhibición, Gustavo López accedió a conversar con libertad amplia, y de esa charla surge, precisamente, este fragmento de entrevista. 

¿Qué hay en esta exposición que pueda hacerme sentir atraído hacia ella?
La singularidad, si lo puedo decir de esta manera, es que ninguno de los objetos originales que contiene este libro (a partir del cual se formaliza la exposición) puede ser intervenido dos veces, porque no existe un negativo, no existe un soporte digital debido al uso de la tecnología del instante o fotografía instantánea, todavía presente en el mercado. En ese sentido, estoy ofreciendo al espectador una intimidad con las imágenes que pocas veces tenemos o que hemos perdido, acostumbrados como estamos a las espectacularidades, a las altas definiciones digitales, a las macroampliaciones. Creo que este es un cerrojo de intimidad que no tuve en las otras exposiciones; en este caso tiene que ver con memorias, con recuerdos, con la materia prima de la fotografía. Para mí, la fotografía no se puede hacer si no tienes recuerdos y memorias; y este trabajo encierra una larguísima lista de imágenes que tocaron mi vida en distintos momentos, en distintos instantes. Este trabajo cierra esta preocupación, y para que dejara de serlo me ocupé de intervenir esas imágenes que siempre me llamaban la atención. Ahora, cuando el círculo se cierra, me doy cuenta de que la respuesta que había buscado durante todo este tiempo estaba en el origen del trazo de mi mano.

En ocasiones anteriores has realizado exploraciones disciplinarias, de materiales, de visiones. En el caso del libro de las singularidades, ¿qué estás explorando?
La persecución de una idea sobre el comportamiento de la luz, pero ahora movido por un evento, lo que se conoce en Astronomía como el horizonte de eventos, donde el espacio y el tiempo se curvan para generar algo. Es el gran misterio; en el cosmos se llaman hoyos negros. ¿Qué tiene qué ver esto? Regresando a los clásicos, específicamente a Platón, tenemos aquella idea de que somos una proyección del cosmos. Entonces intento, de una manera metafórica, recrear ese fenómeno en el objeto fotografiado, con un instante de una película, de la misma manera instantánea; después darle pertinencia a la luz que fluye sobre el objeto para generar una red intervenida de manera manual, para visualmente generar una tercera pieza que finalmente responde a esa metáfora del rescate de la luz de los cuerpos indefinidos, a esa idea de que la luz genera un umbral en el que no llega a cohesionar un objeto con el espacio circundante.

¿Qué ha sido la Universidad de Guanajuato en tu trabajo fotográfico? Aquí has realizado otras exposiciones, en las que ha habido atrevimiento, fusión de materiales, multidisciplina, exploración del universo estético y ético de los seres humanos. 
La Universidad me ha cobijado toda vez que he tenido proyectos. Cada proyecto muy bien decantado, pensado, investigado —si se puede decir— y llevado hasta sus últimas consecuencias. En las galerías de la universidad han estado cuatro de los proyectos más sobresalientes que he realizado. Representé a la universidad en festivales internacionales y nacionales como los proyectos de fotografía sonora (Murmullos de silencio), en la que a través de interfaces algorítmicas y traducción matemática generado por la fotografía y no para la fotografía se generan sonidos. La otra, una instalación para la que ocupamos, Leonardo Ramírez y yo, seis meses en una producción titánica (Crónica de sombras). La Universidad aportó en ese momento, antes de que se crearan los campus, su tecnología, sus técnicas para poder generar esta exposición que acabó convertida en una de las más visitadas en la historia del Festival Internacional Cervantino. Otra que dejó una huella profunda en muchos amigos, Los Mejores Días, se convirtió en hito en mi vida también, porque a partir de la Literatura descubro que todo un depósito de piezas en desuso había tenido sus mejores días. Y pues sí, la Universidad ahora por última vez. Mi primera exposición fue en esta galería; y ahora, al presentar esta exposición como la suma de todos mis vericuetos lumínicos, mi intención es terminar mi ciclo de exposiciones en el mismo lugar que comencé, la Hermenegildo Bustos, que siempre fue como el sancta sanctorum. 

Si tú no fueras el fotógrafo que eres, ¿qué dirías de Gustavo López? 
Complicada cosa. Un tipo preocupado por su ciudad, preocupado personalmente por las incursiones hacia la aventura de la investigación sobre la luz como materia prima de la creatividad en todos los sentidos, pues sin la luz, la vida difícilmente podría darse. Un tipo que tiene como asidero técnico fotográfico el clasicismo, pero siempre con las lecturas de las nuevas tecnologías, con las indagatorias que tienen los científicos con respecto la luz y cómo a través de la luz han hecho las lecturas del universo. Un fotógrafo que ahora, al observar que poco a poco su generación ha ido cayendo, siente también una llamada de atención y por eso quiere cerrar un ciclo, lo más conforme consigo mismo en este momento. Un tipo que, después de esto no sabe qué sigue, porque se retira de las galerías, pero no de la fotografía. 

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