ARTES ESCÉNICAS, TEATRO UNIVERSITARIO

TEATRO UNIVERSITARIO
Sábado 1 y domingo 2 de Noviembre, 21:00 horas
Teatro Principal
Taquilla general $50.00
Estudiantes e INAPAM $30.00

DON JUAN TENORIO

Sinopsis:
Don Juan es un personaje universal, constituye un tipo específico de hombre, ejemplifica un mito y en cierta forma– personifica un héroe. 
Sus expresiones literarias son múltiples y repercutieron en otras áreas artísticas. Recordemos a Tirso de Molina, José Zorrilla, Byron, Moliere, Pushkin, Baudelaire, Musset, Hoffmann, Mozart, Strauss, Merimée, Dumas y Balzac, entre los creadores que abordaron a este singular personaje. Así mismo, los estudios y ensayos sobre Don Juan llenan bibliotecas. Pero veamos con más detenimiento las causas del Don Juan de Zorrilla, que junto con Don Quijote y La Celestina representan tres de las obras literarias españolas más importantes de todos los tiempos. 
A este respecto podemos aventurarnos en varias tesis, donde quizá la más acertada sea aquella en la cual don Juan personaliza el poder, no el poder civil de la autoridad, sino el poder personal. Don Juan hace lo que quiere actuando siempre con denuedo y con cinismo, es un burlador porque puede serlo, es un osado que no elude las consecuencias de sus actos, vive plenamente sus impulsos, para lo cual ha roto con todas sus reglas morales y legales.  
La época y el lugar del Don Juan de Zorrilla no ofrecen un orden normativo del todo identificable. El exceso de mando, de escrúpulos religiosos, de cortapisas, de tabúes y de intocables, genera una atmósfera tanto pesada como chocante que invita a contrariarla, se produce por reacción un impulso de cambio, de romper ligas, mandamientos y reglas. Don Juan  logra a la perfección romper con todo, incluso la relación con su padre. 
En Tirso de Molina, todas las conquistas de don Juan se ofrecen como parte inherente del drama, mientras Zorrilla las da por pasadas y vistas para concentrarse en la contraria, en la conquista de la mujer sobre el hombre, en el nítido mandato de Inés sobre la voluntad errática y aventurera de don Juan. Llega, por fin, a la fijación diferenciada, al amor que ignoraba y había esquivado siempre con petulancia, el cual llega por la inesperada vía de la ternura. 
La figura de doña Inés es una de las más bellas y convincentes, su candidez es clara, pero también lo es su fuerza. Siempre bondadosa y casta, Inés representa una disposición de amar tan limpia y tan sólida que el donjuanismo de su raptor queda pronto aniquilado.
En varias ocasiones don Juan da señales de incredulidad, por ejemplo durante la cena final expresa que para él la única gloria es la mortalidad.  Achaca a delirio y trastornos mentales los diálogos entablados con los muertos, duda de la sombra misma de doña Inés, la cual ha arriesgado su propia salvación por ese amor que no le abandona ni en la muerte. 
Puede parecer muy poco expiatorio el final del personaje de Zorrilla, aunque, tal vez después de perder a Inés, los años que pasa sin tenerla a su lado pudieran representar el más duro castigo para don Juan. 
José Zorrilla nace en Valladolid, España, en el año de 1817. Desde sus primeros ensayos de rimas, su padre se opone con intransigencia a las inclinaciones de su hijo por las letras, con lo cual se enfrenta al rigor paterno y huye de la universidad marchándose a Madrid, ciudad donde se contagia del romanticismo virulento característico de los círculos intelectuales del momento. Posteriormente, a los veinte años, llama la atención al leer en el entierro del escritor suicida Mariano José de Larra un poema de su autoría como homenaje al fallecido. Con ello se le abren las puertas de los cenáculos literarios y de las editoriales, se dedica a escribir en gran cantidad y publicar cuanto verso produce, tiene que vivir de su pluma y vender sus versos a tanto por línea. 
Entre todo esto la pobreza no le abandona y en busca de otros ambientes viaja a París donde entabla cercanía con Dumas, Musset, George Sand, Gautier, entre otros. Trabaja intensamente y conoce a un millonario de origen veracruzano quien lo invita a venir a América. Recorre Cuba para luego llegar a México, país donde es recibido con grandes honores y donde pasa algunos de sus mejores años con el favor del emperador Maximiliano. Posteriormente vuelve a España. Finalmente muere en enero de 1893 dejando como único capital menos de 200 pesetas. 

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